El caso del Banco Vaticano

El "efecto Francisco" lleva cambios y temor a las finanzas religiosas

El anuncio, el miércoles pasado, de la creación de una comisión que investigará a todo trapo el Instituto para las Obras Religiosas (IOR), hizo temblar a muchos adentro del Torreón de Nicolás V, la fortaleza medieval donde funciona el banco del Vaticano.

Sin embargo, el clamoroso arresto, ayer, de un alto prelado creó aún más nerviosismo entre los muros de todo el Vaticano, donde ahora, con el "efecto Francisco", que busca imponer cambios radicales en el poder central de la Iglesia, se espera una aceleración del "rediseño" de las finanzas vaticanas.

Como apuntó el vaticanista del diario Il Sole 24 Ore, Carlo Marroni, la reforma a la que aspira Francisco -que en sus sermones no hace más que hablar contra la corrupción y de una Iglesia que debe estar alejada del poder, del fetichismo del dinero y cercana a los pobres- no sólo tiene que ver con el IOR, sino también con la entera arquitectura de los dicasterios económicos de la Santa Sede.

Ya en las congregaciones generales que precedieron el cónclave, muchos cardenales hablaron de la necesidad de una "racionalización" de las varias oficinas de la Curia, entre las cuales hay muchas de tipo económico y con funciones a veces superpuestas.

Está la Administración del Patrimonio de la Sede Apostólica (APSA), donde trabajaba como contable monseñor Nunzio Scarano (arrestado ayer), que es una suerte de Ministerio de Economía, que administra tanto los inmuebles en su sección ordinaria como las inversiones financieras en su sección extraordinaria.

También es muy rico el patrimonio del Governatorato de la Ciudad del Vaticano. En manos del cardenal Giuseppe Bertello, miembro del grupo de ocho cardenales consultores de todos los continentes que nombró Francisco para que lo ayuden a reformar la Curia, tiene una gestión de presupuesto separada de la de la Santa Sede.

Lo mismo sucede con Propaganda Fide, la poderosa congregación para la evangelización de los pueblos, presidida por el cardenal Fernando Filoni, que contaría con un patrimonio estimado (y no confirmado) de 10.000 millones de euros, según Il Sole 24 Ore.

También existe la Prefectura para los Asuntos Económicos, con poderes de programación y con la tarea de hacer el balance del Vaticano, a cargo del cardenal Giuseppe Versaldi.

"Tienen miedo"

Junto a todos estos dicasterios, está el IOR, que aparece en la mira del Papa, como ya quedó claro.

Allí, en el banco vaticano, el "efecto Francisco" intimida a no pocos, según reconoció ayer un diplomático sudamericano ante la Santa Sede a la agencia ANSA.

"Hay mucha preocupación. Y no desde hoy [por ayer]. Alguna cabeza caerá seguro. En el IOR está cambiando todo. Quien tiene algo sucio para esconder ahora tiene miedo", dijo la fuente.

Aún no hay decisiones tomadas y la situación está bajo análisis. Pero, según Marroni, una unificación de funciones entre dicasterios podría entrar en la agenda de la reforma "tanto para darles mayor unidad a las decisiones estratégicas en materia económica y financiera, reduciendo así los «centros de poder», como para hacer más eficaces los controles".

El Papa fue puesto al corriente de este último escándalo, que coincidió con el anuncio, hace dos días, de la creación de una comisión especial de cinco miembros que deberá informarlo de primera mano sobre el estado del IOR.

Francisco instituyó la comisión a través de un "quirógrafo", un documento escrito por él a mano, justamente para dejar en claro que está personalmente decidido a seguir de cerca este tema, que desde hace décadas daña la imagen de la Iglesia.

No extrañó que ayer, en este marco, recibiera en audiencia al estadounidense Carl Anderson, de los Caballeros de Columbus -que suelen donar mucho dinero al Vaticano-, miembro del directorio de laicos que sigue el IOR.

Tal como apuntó Francisco en su "quirógrafo", la comisión especial fue creada "siguiendo la invitación de nuestro predecesor, Benedicto XVI, de permitir a los principios del Evangelio de penetrar también las actividades de naturaleza económica y financiera".

 

Fuente:La Nacion